Lo debo confesar: tengo una amante.
Más que vivir con ella, en ella vivo.
Por ella, todo obstáculo derribo.
Tan sólo en ella pienso cada instante.
I la extraño a rabiar si estoy distante
y a veces la descuido, irreflexivo.
Su abrazo es dulce y sal; tierno y lascivo.
Su voz, encanto; fresca y abrasante.
I le he cantado alegre y condolido;
con gran ternura o con ardor febril;
ella es mi ruta, mi fanal, mi nido;
y si en mi cuna me arrulló gentil
lo también tras mi postrer latido:
'mi amante, mi adorada Guayaquil!
Julio de 1986
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010