y paseó armamento por el bulevar.
El pueblo miraba el gran rataplán;
sus manos huesudas llevaban compás.
El pueblo no come y para olvidar,
piensa que las armas hacer pan-pan-pan.
Unos señorones miraban pasar
frotando las manos: ¡lindo es mangonear!
Otros señorones preparaban ya
un gran besamano pre-ministerial
para cepillarle sin sangre en la faz
el nuevo uniforme verdigeneral.
El pueblo gritaba ya, por no llorar...
Había otro juego, y con tribunal:
esconde y esconde la sortijitá.
La gallina ciega era popular
y el cuento del gallo, de nunca acabar.
Pero el juego serio que hacía asustar
era con soldados en el bulevar.
Después del desfile, fuéronse a acostar:
el pueblo, en su tabla de no hacer soñar;
y unos en sus lechos de dejar pasar,
donde se adormece nuestra libertad.
Taita Triunvirato se puso a inventar
un nuevo capítulo telemilitar;
y el prólogo era (¿suena familiar?):
,,Es irreversible, bla-bla-blá bla-blá...''
10 de octubre de 1978
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010