los ojos y me doy cuenta inmediata
de que aún la vida en mi materia existe,
que no llega aún la muerte grata,
que un nuevo día en arribar insiste
trayendo, como ayer, su nota ingrata,
y que con nuevos ímpetus embiste
la amargura infinita que me mata,
un grato hastío cae sobre mi alma
que, como no halla bienestar ni calma,
atada a mis miserias nada gana,
y me levanto al fin del duro lecho
de indiferencia lleno y de despecho,
por la esperanza de morir mañana.
1957
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010