No es que sea una tarde diferente
sino que así me siento, simplemente.
Alma de flor y corazón de armiño.
Desde adentro en celeste me destiño.
La llovizna me empapa lentamente
y no me importa. Y me siento ausente
con una levedad de copo o guiño.
Campanillas de luces interiores.
Hogueras que no quema pero que arde.
Lágrimas que no piden pormenores.
No quiero realidades: que cobarde
me aferro de mis sueños sin temores.
Pues me he sentido niño en esta tarde.
21 de diciembre de 1969
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010