Límpida, blanca
se alza una cruz
ante mis ojos;
incierta luz
suave la alumbra
y pienso así
al, majestuosa,
verla ante mí:
¿Acaso esperas, cruz blanquecina,
el triste instante que moriré
para tu sombra brindarme entonces
cuando cubierto por dura tierra,
ante tus brazas descasaré?
Ah, cruz,entonces
gran bien harás
no por la sombra
que brindarás
pues ya mi cuerpo
no sentirá
la lluvia fría
que allí caerá
no los ardores
del claro sol;
no serás techo
ni parasol;
tan sólo quiero
que estés ahí,
por sentir algo
cerca de mí.
1955
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010