¡Y no está con nosotros! Todavía
no puedo convencerme de que ha muerto
y que sólo es cadáver magro y yerto
el que ayer fue amistad y fue poesía.
¡Ah la muerte! Cuestión de cada día
y siempre un duro golpe. Siempre abierto
el dolor de haber visto anclar al puerto
final un ser que mucho se quería:
los abuelos de manos de ternura,
ojos de amor y voz de dulce acento;
desde la adolescencia, fe y albura,
tantos rostros que aún no borra el viento...
ya sembrados ahora en una altura
a donde trata de llegar mi aliento.
Diciembre de 1969
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010