que aún después de los años transcurridos
apura al corazón en sus latidos
i el alma hace volar, regocijada.
Siempre ansiosos de ver cada alborada;
nuestros caminos, nunca repetidos;
en los ensueños de futuro, unidos;
placidez al cesar cada jornada.
I el transcurso sereno de mi vida
hacia el remanso en que me encuentro ahora;
mirando atrás una misión cumplida
que se recuerda pero no se llora.
Maravillosamente compartida
contigo, mi perenne bella aurora.
17 de julio de 1999
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010