(A bordo de un avión,
recordando a mi esposa)
Desangrándose muere el día;
tiñe de rojo el horizonte.
Y sigue yéndose la vida
en un desgrane de ilusiones.
Cuán fácilmente la distancia
se va tras mí, desmadejando...
La geografía se desplaza
impersonal, hecha retazos...
No queda tiempo, entre la prisa,
para embeberse en el paisaje;
lo roza apenas nuestra vista
y hay que correr hacia a adelante.
Y yo, tan lejos de mi amada,
voy incompleto, voy perdido.
¡Ah, cuan absurda es esta erranza
sin una parte de mí mismo!
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 2010