Segunda carta a Jacinto

Comprendan, no es mía la culpa;
ya estaba señalado

–J. S. V.

Cada vez me convenzo más, hermano,
de que hiciste lo justo, lo correcto;
y yo, que no aprobaba tu proyecto,
quizá te diga «ven, dame la mano»...

No hay, contra el llamado del arcano,
padres, hijos, amigo predilecto;
no valen el consejo ni el afecto:
el poder del destino es sobrehumano.

Yo no sé si mi sino es como el tuyo;
pero una voz canta suavemente
,,miserere"... en extraño, fiel murmullo.

Y un gusanillo, aquí, tras de mi frente,
parece que tejiera su capullo
para después volar más libremente.

15 de junio de 1968

Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934  2010