¡Salve , oh jubilado, aguerrido
del Ecuador! ¡Proletario estafado!
¡La patria hoy… muñequea tu suerte:
decretando tu prematura muerte!
Adelante, adelante: ¡rebeldes!
Vendan caras sus vidas, no en balde;
que sus hijos y nietos los recuerden:
¡luchadores… hasta el fin; no cobardes!
Frente al sol canicular…
con las sienes nimbadas de nieve
sin que el alma el dolor les congele…
¡sin claudicar, los jubilados
sus derechos reclamarán!
Nos encanecieron para ser peleles
de gobernantes obnubilados,
¡que, además de haberlos traicionado,
los quieren estafar en los papeles!
Revestidos de dignidad,
aunque el estado reniegue
y la Patria se los niegue:
¿su autoestima no matarán?
Con la magra protección jubilar
que mezquinos les asignan
los burócratas del «Seguro» ¿…?
tu salud y alimentación
será imposible sustentar:
¡eso tenlo por seguro!
Cuando llegues al fin…
en cualquier circunstancia:
¡Enhiesto aún, o por ancianidad!
la viudez del consorte;
casi en el aire; sin soportes:
¡la expondrán a mendigar!
¡Patria, que de mí te serviste!
¡Tú, quien ofrendé mi juvenil
esfuerzo con ilusión feliz…
también en mi robusta madurez:
¡ingenuo en ti confié!
¡Olvidando mis más caros amores,
sin acobardarme ante
obstáculos ni temores,
a tu llamado acudí obediente!
¡Justos o no! Satisfice al erario
con porcentajes de mis míseros salarios.
Mas hoy, ¡tú!, indolente:
¡injusto, nos has desamparado!
¡con tus hijos te has ensañado;
¡peor que a esclavos nos estás tratando!
Hoy que vamos hacia el ocaso
de inanición nos estás matando;
y, en nuestra indefensión senil…
abusas del poder que te investimos
¡tirano, nos estás martirizando!
¡Jubilado!, ¡jubilados!: ¡eso somos!
No carne para vil genocidio;
pues mejor ordénanos el suicidio:
¡ya que… en tu vocación no estamos!
Durán, 9 de marzo de 2004
Miguel Ortega Calderón
guayaquileño; 1943