A Zoila Prieto

Desde la primera vez que te vi…
¡gratamente me impresionó tu ser!
Al momento te empecé a querer;
¡amor a primera vista sentí

Zoila, en mi adolescencia, por ti!
Cuando el sentimiento te confesé
dijiste eras toda una mujer:
«¡yo no quiero un niño para mí!

¡Pepe! Sólo podemos ser amigos».
El desasosiego caló en mi mente
y, mucho tiempo convivió conmigo…

Hasta el día que, de modo displicente,
a un condiscipulo mío mi contigo:
¡entonces mi empeño cesó al instante!

Durán, 1 de abril de 2008

Miguel Ortega Calderón
guayaquileño; 1943