Para ti, caradura
Caliginoso, tímido y errabundo.
Con cara de borrego moribundo;
después de invitar a unas bellas damas
a comer o a tomar algunas viandas…
Y a acompañarte me encamas;
te sigo la corriente… y me extraña…
Las persigues una milla por la ruta
previamente señalada, y cual rata,
asustado y nervioso… por cada paso
que avanzas: tres reculas, vil pelmazo.
¡Indeciso en gastarte la platita
cuando estás muy cerca a la cuarteta
de chicas; alas que muy serio invitas!
Aprende a ser un varón caballeroso
y a caer con los billusos presuroso,
¡pues, joven aún, te acobardas y aculillas
pretendiendo ahorrar unas monedillas…!
Así, contigo, jamás esas amigas
saldrán para pagar: ¡la cuenta a medias!
¿Lo has entendido, galán de pacotilla?
Miguel Ortega Calderón
guayaquileño; 1943