Elegía

Para ti, David Ledesma Vásquez,
amigo de las puntuales bromas
¡A la hora del Cenit
penetraste el nadir!

Epígrafe

Conocimiento de la muerte…

Lentamente nos vamos acabando:
¡morimos en silencio. Nos morimos!;
sin que nadie lo note. Sin que nadie
pregunte por la lenta muerte diaria.
Sin que nadie interrumpa este silencio
que decora por dentro las palabras

–David Ledesma Vásquez

A David Ledesma Vásquez
amigo, poeta del alma
le dio por buscar la calma…
sin decirnos él por qué

Tu partida prematura
ha do impera lo insondable
lo hiciste con la apostura
del que exige lo imposible…

Fueron tus sueños utopías
reclamándole a la vida:
¡felicidad! ¡No felonías
que te nimbaran suicida!

Tus ojazos soñadores
cual reflectores o soles
se abismaron en fulgores…
¡hoy ya tienes los controles!

Doce horas antes de irte
juntos en C.R.E estuvimos
¡alegres nos divertimos
comentando unos chistes!

Luego… serio me dijiste:
«Locutarías en cabina;
vuelve por aquí otro día;
¡saluda a tu abuelita!»

«Dile que envíe más notas;
a lo mejor por deporte
la Tómbola de Phydaigesa
le da un premio de rebote».

«Saluda a Santiago y André;
desde la temporada de teatro
no los he vuelto a ver…
¡lo encontré en el café».

¡Hoy estás yerto, poeta!
Tus deseos no podrán ser;
nos engañaste a todos:
¡amigos, hija y mujer!

Tus viejos engreídos:
¡orgullosos, linajudos…
soberbios de antiguo cuño
quieren borrar lo pasado…
¡ignorar lo acontecido;
fingir que te has ido!

Las bromas que ayer te hice
fueron las mismas de siempre;
¡lo que nos entregas hoy
me consterna; nos aterras!

Descansa querido Aeda:
Se acabaron tus risotadas,
tus alegres chascarrillos…
¡en la radio y sus currillos,
las llegadas apresuradas!

Cumplidos por compromisos,
las reuniones fracasadas;
¡actos culturales sosos
que te ponían quisquilloso…

Sufrir a intelectualoides
y sus discursos ramploides…
¡las diferencias sociales
que apocaron tus amores!
¡La incomprensión de los tuyos
que implacables en su orgullo
te orillaron a fugar!

Sabíamos de tus tristezas…
¡carcajadas ostentosas
encubrían tus pesares!
Que eran falsas alegrías
–a tu espalda comentaban–
¡aquellos que te querían!

Con pocos te sinceraste;
discreto en el sufrimiento…
¡por tus propias manos muerto
logras así liberarte!

Burlaste a la vejez…
¡serás siempre el joven
que con espleen se nos fue!

Sin mirar hacia atrás…
te fugaste de la vida;
¡David Ledesma, juglar,
dos corbatas fue el medio
que te sirvió de dogal!

Consolándonos con Elsy Vidal,
te acompañamos al cementerio;
¡Quedaste sólo con el misterio,
amado bate, nuestro adiós final!:

David Ledesma Vásquez
¡hermano, descansa en paz!

Guayaquil, viernes 31 de marzo de 1961

Miguel Ortega Calderón
guayaquileño; 1943