A Mario Matute
Esta anécdota la viví
y contareles yo sin cizaña,
pues esto ocurrió tal que así
en una noche de Barrikaña.
Estaba lo mío recitando
cuando vi que estaba en la mira
de una chica de primera fila
que me andaba brague... mirando.
Decía lo mío a mi antojo
que ,,del cielo cayó una rosa
maricón quien vaya y la coja"
y veo que me guiña el ojo.
Acabado mi canto, no dudé;
esta musa de la bellezura
andaba buscando mi dulzura
así que fui y me le acerqué.
Le pinté el siguiente retablo:
aunque no acabe de conocerte
pretendo yo hasta meterle
el tren ¡hasta la nariz del diablo!
Y como Buenavista sonaba
dije: ,,si me concedes la pieza
yo te concedo la... la fiereza
de enseñarte a bailar rica salsa".
Le hicimos al vero son cubano;
al oído le iba hablando,
bailaba, señores, de medio la'o...
y así hasta que el local cerraron.
Y el cuarto de Tula entró a escena,
no puedo contar lo que ahí pasó...
sólo decirles que se me quedó
dormida y no... me sopló la vela.
Ella al bar ya nunca ha vuelto.
Si queréis verificar el dato
—ver que como pasó, yo lo cuento—
se le preguntáis, no más, al gato.
septiembre de 2013
Jorge Luis Pérez Armijos
guayaquileño; 1987 -