Breves noticias de sus vidas breves

Primer premio del Ismael Pérez Pazmiño de 1978

Por pequeñas,
por testarudas,
por frágiles
estas noticias no son noticias buenas.

Tienen manchada la piel
de su inocencia.
Incompletas las sílabas
de sus nombres.
Andan por ahí entre los Diarios
como noticias viejas.

Por estas calles íntimas
que nadie casi lee,
por el suburbio de estos versos
donde nadie se queda,
las encontré
arañado una palabra limpia,
peleándose
un pedacito de papel donde guardar
los secretos de sus vidas.

Por eso,
entre el anónimo andar
de estas palabras
y el reportaje intenso de sus rostros,
dejé que jueguen
como si fueran niños,
estas breves noticias de sus vidas breves.

 

El desalojo contado por un niño

Pequeña es tu voz porque es la voz
de un niño.
Pero esta voz seguirá siendo ante
el tiempo
el más bello rival que combate
a la muerte.

Por eso,
cuando la fuerza pública derribó
tu mirada,
cuando echaron abajo la esperanza
de golpe
te volviste piedra entre piedras:
pasos,
gritos,
fuego.

Cuando invadió la tos del desalojo
y tu vivienda
se volvió delito de familia,
te dieron de bruces
con la ira,
te quemaron la ternura
entre la pena,
te enredan el aire para siempre.

Nadie vio cayendo tu cometa
con la ilusión cor
tada como un rabo,
ni el trompo de tu edad girando
en torno
de la fuerza,
mientras las heridas cicatrizan golpes
con el golpe.

Si alguien por descuido tropieza
tu silencio,
no disculpes el rostro que te hicieron,
ni el dolor
de tan temprano en que te hundieron.

Y aunque tu voz
es una voz pequeña entre las calles,
ahora
es una calle más donde otras voces
enhebran su estallido
en tu frontera.

 

Cloaca para niños

La cloaca otra vez por todas partes.
La muy coqueta
anda riéndose en las calles,
engatusando niños,
convenciendo a todos con su risa
de inocente.
De puntillas, cualquier día
se nos mete
de sorpresa en las noticias.

Pero hoy la descubrimos,
tal como se maquilla su mentira,
tal como se nos esconde en las esquinas,
tal como anda jugando
con los niños,
mientras la gente
cae
y se resbala
hacia su boca abierta y desdentada.

La cloaca no es sólo alcantarilla.
Es el bostezo
de nuestros gobernantes.
Es la boca abierta de la indiferencia.
Es el depósito
donde fluyen
o influyen
las despreocupaciones estatales,
los olvidos provinciales,
los descuidos municipales.

Es la hedionda boca de la muerte
muerde que muerde niños,
muerde que muerde risas.
Muerde que muerde vidas.

Por eso,
cuando el niño volvió con su noticia
a rescatar su cadáver
del asombro,
la cloaca destapó su risa.

Y diariamente
desde los periódicos,
oficialmente
desde los gobiernos,
estrepitosamente desde las esquinas
se volvió a reír
de todos,
a reír con todos
y de todos.

Hasta ahora
nadie le asestó una tapa
de silencio.
Y hasta parece
que la cloaca es una costumbre
que vive entre nosotros
pudriéndose de risa!

 

Esa extraña noticia

Pusieron al barrio dentro
del bolsillo.
Sortearon sus gritos,
el juego,
las miradas.
Entre overoles tristes
y camisetas
pálidas
apostaron mil veces la cometa
para ver quién alcanzaba
de una vez
el firmamento.

Y repartieron las calles
y el apodo
conque persiguen siempre
a la alegría.
Entonces fue cuando cayó
su vuelo.
Se detuvo la prisa en un sollozo.
Entonces fue
cuando las duras llantas
atravesaron su voz
y sus recuerdos.
Y entonces fue cuando el amigo
intenso
se fue como tiñendo
piel adentro
como si por descuido hubiese
resbalado
para siempre hacia el silencio.

Se fue
como si se despidiera aún sin despedirse
del barrio:
de viento a viento, en media tarde,
cerró sus ventanas la memoria.
Jugando fue como se fue jugando,
entre un carro que cruza
y el reloj que se adelanta.

Y así fue
como quedó toda su infancia
a la intemperie.
Y así se fue como quedando
en una extraña
noticia
como broma.

 

Flash informativo

Se perdió
un mal día de esos.
Es pequeño
aunque le han crecido las penas
sin saberlo.

Debe andar por ahí
o por allá.
Se me escapó de adentro
un día
en que yo amaba.
Estuvo nueve meses
y se hizo nada.

Ofrezco recompensa
de inmediato.
Cualquier información
llena mi alma.
No importa su apellido
ni su rostro.

Anda por esas calles
y no tiene
otra señal particular
que un sueño
en el perfil que yo amo.

 

Humo con voz de niño

Por entre la noche
devorando viento y un temor
que suelen llevarlo,
siempre abierto,
van
los muchachos de hoy
necesitando un poco más
de cielo.

Me detiene el filo de sus risas.
Me cortan el paso
sus latidos.
Campanadas de humo
tañen que tañen
en el templo de sus voces:
(«Es el viento mi broder
date brisa
gira tranquilo pana
carga y vuela nomás»).
Nomás el viento sabe de sus nombres,
de sus evaporados llantos
por la brisa y el humo,
por el miedo y la vida, nomás
el viento y la mariguana.
Y van
recogiéndose inmensamente hacia adentro.
Se van
atravesando luces de nostalgias,
interrumpiendo sílabas y cantos.

Quizá como jugando
se desquitan de su mala suerte
elevándose,
alabándose,
desvelándose
y recién naciendo otra vez, ahora
como rompiendo los cris
tales del pasado.
(«Ahora estiro la noche
para que no se acaben las estrellas
y me alumbre hasta siempre mi camino»).

Por el camino
absorben lentamente la sonrisa.
Expelen dulcemente sus rarezas.
Y fuman.
Cierran sus ojos.
Fuman y abren los caminos sin retorno
donde echan a rodar
la inconforme bocanada de sus vidas.

Inmóviles
siguen moviéndose hasta hallar
una salida.
Intercambian la pobreza
de la noche
con la ilusoria riqueza de otro día.

Y se sienten plenos
como arcoiris de júbilo,
como ave volando
sin alas
y sin garras.
Juegan.
Bailan.
Cantan
dando vueltas al aro de su infancia,
haciendo girar al universo
en torno a un estribillo.

Y este humo
envuelve a todos con su grito.
Y este grito
es toda su infancia despreciada.
Es un niño quemado en tantas partes.
Una parte que habíamos
perdido.
Por entre la noche
devorando sueños
y un latido que suelen llevarlo
siempre abierto
van
con un mundo al revés de sus palabras,
caminan sin pies,
sin voz,
sin más lamento
que su propia mirada
alucinada,
herida,
tierna.

Y sobre un invierno íntimo cabalgan,
galopan
sobre un caballo de blancas alas negras.

 

Amo la paz del niño

Porque alguien decretó la guerra
en un descuido de la primavera.
Porque se adueñaron de la vida
furiosos propietarios de la muerte.

Porque justificaron sus derrotas
a cambia de un reparto silencioso.
Porque echaron a rodar este planeta
sobre los polos de la sangre humilde.

Porque después de todo lo que ocurre
un niño nos llora desde siglos.
Y entonces la voz se nos levanta
a defender la luz que se nos niega.

Y se inicia el fulgor de los amantes
que sostienen la paz del universo.
La paz que dialoga con los niños
en el ancho parque de los sentimientos.

Amo esa paz que viene silabando
entre los remolinos de la infancia.
Amo esa paz que no se esconde
para decir su voz en la batalla.

La paz que viene de los pueblos
y vuelve generosa sus fronteras.
Amo la paz del tiempo humanizado
que siembra sus vocales solidarias.

El nuevo amanecer, los nuevos árboles
en equilibrio con las voces nuevas.
Amo esa paz que es plenitud y estalla
en el corazón de todos los humanos.

Amo la paz que sube desde el vientre
y se abre como flor de nueve meses.
La paz que nace y enseña a bien nacer:
la del niño creciendo en su ternura.

 

Un niño toca a colores

Musiquillo de pan, ojos
a secas,
cómo trepas la voz desde tu infancia,
cómo hiedran las cuerdas
de tu canto,
cómo te vas humedeciendo
de guitarras.

Musiquín sin luz, inquilino
de nieblas,
ya te estás solfeándote de hambre,
ya te estás sediento de tus dedos,
ya te estás
haciéndote ciudad, bullicio,
indiferencia.

Cantas
en multitud de sueños transeúntes,
abres tu voz
para abrazar al mundo. Y tus dedos
no alcanzan a estirar
una limosna de sol
que nunca llega.

Musiquiénsabe de dónde mismo vienes,
por cuál música escapaste.
Qué cuerdas fueron afinándote
las lágrimas.
Musiquillo de tal
aún vives aquí como un invento
de colores por nacer!

 

La niña de los caramelos

Sobre la madrugada
como si de un solo lado pesara más
el sueño,
te inclinas al silencio
con la resignación de un caramelo
que jamás se vende.

Pequeña sonámbula de la vía pública,
vendedora de calles, triste
ternura fría,
almendra anónima caída en una esquina,
siempre esperando cobrar un montón de lunas
y gastar
los colores que no tuviste.

El viento que transita
te despierta,
recobra para sí un cigarrillo,
una menta,
unas monedas dulces que suenan
como suenan.

Y entre el abrir y cerrar los ojos
de la noche,
en la céntrica avenida de tus desalientos,
hoy se descubre en tu charol
gimiendo
el frágil ruiseñor de tu inocencia.

 

Los niños también venden el cielo

Como si no los conociera,
como si sólo fueran una vieja lección
del catecismo,
o una pedrada que alguien tira
a las puertas del cielo:
yo los veo
reír,
volar,
correr.

Nadie ha visto sus alas
pero viven volando.

Por las calles saltan entre sus voces
cortas
y sus vocales largas.
Nos aletea un sonido hecho de cifras,
un número entero
lleno de sueños,
o un guachito de luz que nos sorprende.

Es cierto
que aún llevan su voz casi invisible
pero sus alas siguen siendo
invencibles.
Tal parece que no vendieran nada
sino que estuvieran
jugando con nosotros.

Y al ofrecerme esta suerte ciega
hoy me vendieron los ángeles
el cielo!

 

Balada de la niña ciega

Sentada sobre el silencio
vives dibujando sueños.

Las flores de la ilusión
te están perfumando el alma.

Ya se oye al cielo venir
como un torbellino al frente.

¿Cómo será aquel muchacho
que tú miras hacia adentro?

Dos alas de sombra cubren
la luz de tus sentimientos.

Sentada sobre el silencio
estás tejiendo tus sueños!

 

Los niños del suburbio

Se les mete el desgano con sus reumas
de viejo,
y en sus cuerpecitos habita
un suburbio de lágrimas.

Los veo correr,
trepar tras la pelota,
echar el sol en medio de sus gritos,
bañarse en el estero,
comer de vez en cuando, mientras
se van llenando de parásitos
el vientre.

Son los marginados,
los huérfanos sin brillo,
a los que los políticos sólo suelen
nombrarlos
cuando requieren el voto de los desocupados.

Descalzos
pueden no ir jugando hacia la escuela,
pueden no ser sino una pedrada
caída desde el cerro
de amargos accidentes.

Viéndolos
por la hendija de este siglo,
por el civilizado agujero de nuestra sociedad,
desde los más altos rascacielos
de nuestra urbe,
estos niños bien pueden ser los panes
que a la puerta de su infancia
se nos queman!

 

La negrita, el payaso y []

Negrita.
te voy a comprar ese payasito de balsa
que baila y baila
en tus manitas.
Nadie más sabe
del milagro que ofreces al público
mientras la lluvia cae,
mientras el invierno impide que sigas
demostrando
cómo el payasito de balsa da vueltas y vueltas
en la magia
de tu cara embetunada de asombro.

Ahora
pago por la magia de tu diario trabajo.
Y me asombra de verte
cómo estás dando vueltas y vueltas
al parque,
ofreciendo la lluvia negra de tu cara
que se mueve con pena
en este payasito de balsa.
O es que tal vez,
de milagro,
eres tú quien realmente da vueltas y vueltas
en torno de mis manos?

 

Intento hacia la infancia

Al otro lado del amor nace la hierba.
Crece en el polen la luz y late el sol.
Un niño al otro lado de la hierba
empieza desde una ola a juguetear.

Al otro lado… Si bien, yo la cruzara.
Si tú cruzaras junto conmigo, hermano.
Al otro lado, luz nace en las hojas,
deja en las frutas su sabor la miel.

Al otro lado de la hierba existe un día
alto de peces y gaviotas, de aire y verde arena.
Sí tú tan sólo, hermano, dejaras de golpearme
con esa voz de plomo, con ese ojo de gris,
podríamos cogernos fuertemente las manos
hasta cruzar el tiempo, hasta cruzar la vida.

Al otro lado de la hierba la aurora es naranja.
Al otro lado del amor crece la hierba.
Al otro lado, la hierba es el amor!

 

Flor que crece en los []

Flor que piensa en la noche.
Hilo de sueño.
Flor,
gotita de sol.
Bronce de lágrimas.
Flor y no flor descalza
con sandalia de estrella.
Flor
con sollozos puestos
como pétalos.

No hay espuma sin flor
y olas que no sean
de pétalos.
Espuma y pétalo es pez
del aire.

Flor con brazo de hojas
sostenidas por el verde.
Cada pétalo sangra
por riachuelos de naranja.

Si el azul la empapara
con su mantilla de uvas,
todo su frágil perfume
se dormiría ebrio.

Nacida flor en el tallo
del silencio.
Pedazo de carne y oro
como un pájaro
que picoteara el crepúsculo
desde el cielo.

Flor con nombre olvidado
en el labio del tiempo.
Como un reloj dando vuelta
el rocío te llena.

Flor con dos sentimientos
tiernos como las nueces.
Dos antenas que aguardan
la primavera.

El sol –como ala de añil–
raerá su polen de luz.
¡La flor mañana abrirá
su niñez de anhelos!

 

Lirio nocturno

Un lirio de luna sube
en la noche musical del agua.
Los peces como niños de colores
empiezan por buscar el agua.

¡Ay, qué pena! Los niños bajo el agua
como peces buscando algún color!
Mientras un lirio de luna escarba
en la noche musical del agua.

 

Fiesta de niños

Fiesta de las luciérnagas.
El aire, ebrio de gozo,
corre bailando y besa
los labios de las olas.

Cuánto amor en la luz desperdigada!
Cuánta maravilla en los faroles tiernos!
Cierra y abre la estrella
sus ventanas.

La luna llega abrazándose
a los árboles
mientras se alzan los ojos de la noche
que son los ojos de todas las luciérnagas.

Ya vienen, cogidas de la mano,
vienen del cielo,
por todas partes llegan.
Vienen de allá para alegrar la tierra.

Fiesta del corazón con todas sus luciérnagas!

 

Así como las nubes

Nubes de la noche alegre
entre sollozos al aire.

Aquí no alcanza este cielo
para tantos sueños tristes.

Nubes que vienen vistiendo
el silencio de los ángeles.

Aquí no hay noche de fiesta
que no se encienda una lágrima.

* * *

El viento entrega a la tierra
sus cabelleras de frío.

Por los barrios donde hay luna
hay niños sin blusa blanca.

Pequeños ojos de lirios
con dos pedradas de invierno.

Manitas que se levantan
arañando un débil grito.

* * *

Nubes de la noche alegre
y de la luna que avanza.

Pronto! Romped vuestras telas!
Rasgad las distancias! Pronto!

Desmigajad por los barrios
vuestra ternura de seda!

Y que estos niños se alegren
con sus camisetas blancas!

 

Cuentos de niños, para padres

(Los niños cuentan estas
cosas sin saberlo;
y los padres que hacen
estas cosas
no se han dado cuenta)

Puede bajar el volumen a su telenovela,
señora?
Puede apagar el fútbol de su radio,
señor?
Puede decirme ahora si hay alguien más
en casa?
La TV anuncia que hoy es el día
de los niños!
Que vamos a celebrar la «semana», el «año
internacional del niño».
Luego, un comercial.

Érase una vez los niños…
Érase una vez los padres…

Dónde vas mamá vestidos altos,
mamá taquitos altos,
mamá peinados altos?
Dónde andas
papá tiempo de amigos,
papá tiempo de fiestas,
papá tiempo sin tiempo?

Erase una vez los niños…
Erase una vez los padres…

Les voy a contar la historia
de la brujita y el cuco,
del cuco y la brujita, pero no
se asusten…
Mamá salió de casa!
Papá nunca regresa!
Les quiero contar…
Les quiero…

Erase una vez una brujita
y un cuquito…

Cuando regresen,
si alguna vez regresan a la hora,
me haré televisor,
me haré telenovela diaria,
me haré fútbol de radio, lo que sea,
con tal de que cambien
de canal,
o sintonicen alguna vez otra estación…

Sé que dirán
que soy su mijolindo, su retrato,
que soy todo su encanto
y su alegría…
Pero alguien puede decirme
¿qué programa es este?

Tal vez cuando regresen,
si alguna vez se acuerdan y se quedan
construyendo este hogar
escuchando esta voz,
por favor, no olviden el cuento
que les digo:

Érase una vez los niños…
Érase una vez los padres…

 

Habitación de la esperanza

Sol,
no niegues tu serenidad.
Haz que el pan llegue
a iluminar los labios.

Baja, tú.
desciende hasta el barrio
entretenido con el polvo.
Y siéntate un buen rato,
Sol,
a conversar cosillas
con los niños.
A llamar a los hombres
con tu brillo
o a secar las mejillas
de las madres.

Tú que amaneces pan
y pones pájaros
en el retorno fugaz
de cada día.
Acerca ahora tu boca
hasta las bocas
de cada habitación
descolorida.

Aclara aquí el enigma
de los rostros,
de los ancianos
y obreros
y familias
de dura voz tragada,
de manos temblorosas
y partidas.

Othón Muñoz Alvear
guayaquileño; 1945 - 2014