1964 - Manuel Zabala Ruíz, segundo lugar del Ismael Pérez Pazmiño
Obertura
Y baje la mañana montaraza
hilando en los ensueños de su rueca;
que el Cid hará escuchar, en media plaza,
el musulmán relincho de Babieca.
En códice de páginas taurinas
la Arabia entera puesta en inventario;
y un revolar de malvas golondrinas
tomando en abordaje el campanario.
Y, por si fuera poco, inquietante
actitud de colérico desplante
con el toro sumido en el espanto
el gallo, alguacilillo de las brumas,
despliegue la bandera de sus plumas
y toque la corneta de su canto!…
Cartel
Tormento de vivísima aguafuerte
—sota, caballo y rey advenedizo—;
en las arenas del sangriento piso,
regada la baraja de la suerte…
Tras el capote mágico se advierte
el barranco insinuante del hechizo
y se derrumba por el paraíso
el toro enamorado de la muerte…
Apresurando el fulgurante paso,
por la mezquita en ruinas del ocaso,
en tertulias de luz se marcha el día.
Diciembre enjuga su primer lucero;
y en temblores de luz, como un jilguero,
muere la tarde en la feligresía…
La caravana
A ver los toros va la morería,
jaca de niebla y torvo desengaño;
Tirreno sabe que, entre su rebano,
se le va el corazón de romería…
Aguarda don Quijano en la alquería
a la moza que sabe darle daño;
el Rey Alfonso caza todo el año
y está de primavera Andalucía…
En un soneto pasa Garcilaso;
y, en el Moguer verdeagua del ocaso,
se oye el breve rebuzno de Platero…
Y Galatea —música en la brisa—
entreabre el madrigal de su sonrisa
bajo la picardía del sombrero!…
La carreta
Con pespuntes, dalmáticas y empaques,
de enagua presumida y de chancleta,
abuelamente baja la carreta
hecha un ay! de reumáticos achaques…
Chirrían goznes y broncos triquitraques
por el pueblo de bárbara glorieta;
y una zíngara joven pandereta
horoscopa entre lúbricos ataques…
Resplandecientes por la primavera,
la Macarena y otras sevillanas
reparten cestas de claveles rojos.
Y el buey, amontonado en la pradera,
registra las venturas aldeanas
en la amenaza negra de sus ojos…
La parroquia
La aldea es una gris fotografía
tomada en un ataque de tristeza
donde el buey, capellán de la dehesa,
se come por los bordes la alcaldía…
Todo sucumbe en la melancolía.
Y, un futurista can, de sobremesa,
mira al buey de los pies a la cabeza
como una colosal zapatería…
Sobre el monte sumido en el embrujo
la tarde pinta su cartel de lujo
donde un gitano sol se va de viaje.
Cruza una desolada golondrina;
y, en la breve ilusión de la neblina,
se enrolla el gobelino del paisaje…
La maja
Nervioso el moño suelta en cataratas
las ondas pavorosas de su río;
y, en las tinieblas del mantón sombrío,
tragedizan los guantes escarlatas.
Almibara el poniente de sonatas
la risa con su néctar manantío;
y encalla en las pupilas un navío
con su bribona turba de piratas…
El piecezuelo, en rítmicas estelas,
pisotea el romance alejandrino
bajo la gloria de las castañuelas…
Y el paraíso titubea en pleno
porque, a pesar de todo lo divino,
Dios tiene su flaqueza en lo moreno…
El toro
Patriarcal la testuz grandilocuente,
españolísimo hasta en los enojos,
huracanados los nocturnos ojos
y una balada azul por lo valiente…
Muge el Eclesiastés en el poniente,
pasta agrestes bucólicas, de hinojos,
y tiene, para andar sus mares rojos,
dos sinaítas cuernos en la frente…
Faraón de los Nilos por herencia;
un dia se creyó bouquet de flores
y apadrinó a Jesús en su nacencia.
Y, como es de rigor siempre en su raza,
cubriendo su bravura de colores,
entregará la vida en cualquier plaza…
Tercio de capote
La Virgen desveló días enteros
en la capilla de anhelantes lloros,
rogando por el alma de sus toros
y su dulce rebaño de toreros…
Irisó en los capotes con luceros
el paseíllo de jacintos y oros;
y hubo en los ojos miuras indomoros
no sé cuántos presagios agoreros…
Sonó el viejo clarín. Y, una serrana
de esas que amó el Marqués de Santillana,
me estudió tras el tul de leves copos…
Y, en ese tercio en que el dolor empieza,
morí en el redondel de la tristeza
toreando a mi serrana con piropos!…
Tercio de banderillas
Fallece la parroquia gongoriana
el filo de la tarde castellana,
con no se qué manera gitana
y no sé que primor de bailarina…
Deja con levedad de golondrina
mester de juglaría ecuatoriana
un apunte de Goya en tinta china
para el jarrón de antigua porcelana…
Coquetea en los ojos el reproche
sobre un ritual flamenco de mantillas…
Y, al fin de la faena, en ígneo broche,
hizo la bronca un par de banderillas
en lo alto del morrón todito noche,
como encender la aurora de puntillas!…
La estocada
El abanico alzó con mano inquieta
cual si entreabriera un póker a colores
y, en ese instante, el sol, roto en fulgores,
se fue por el país de su peineta…
En llamarada, un pase de muleta,
beatificó al burel en sus negrores;
y fue como arrojar trágicas flores
sobre la sepultura de un poeta…
Ríe la maja en súbito delirio
entre los arbescos del deseo…
Y queda, sobre el coso que desgarra,
el toro con la palma del martirio;
y la copla de leve zapateo
en la desolación de una guitarra…
El arrastre
Este vándalo de astas horrorosas
es un vikingo que nació poeta.
Si le tienta el color de la muleta
es porque Amor se lo conjuga en rosas!
Cuando la tarde le habla de sus cosas,
siente una antigua paz de anacoreta;
y brota, al sur de su mirar violeta,
algún breve raudal de mariposas…
Si no tuviera que fingirse fiero
para volver artista a su torero,
le lamería con unción la planta!
Y, de sólo pensar que, en algún día,
el lance ha de trocarse en elegía,
un río negro le anda en la garganta!…
La guitarra
Cintura zahorí, cadera mora…
Más gitana que un patio de Sevilla;
incendia en coplas la nocturna orilla
y se llena de ojeras en la aurora…
Neurasténica y libre pensadora,
parlotea en argot de seguidilla;
y, arrebatada por la maravilla,
ríe unas veces y, otras tantas, llora…
Baja al pueblo a cantar. Y, de repente,
de guitarra doncella y virgen dama,
regresa una guitarra diferente…
Y una mañana la encontramos muerta,
tinta en canciones la honda boca abierta,
tras las rejas de un áureo pentagrama!…
Manuel Zabala Ruiz
riobambeño
1928 -