A veces vuelves y el cristal sombrío
del alma ya no copia ese momento.
A veces vuelves, pero el sentimiento
duerme en el fondo del profundo hastío.

A veces vuelves como algún navío
que regresó por voluntad del viento.
Como el ave del sur que sin aliento
regresa a casa cuando siente frío.

Pero el invierno sepultó las llamas
y ya no quedan nidos en las ramas
de aquellos árboles que están desiertos.

Jamás se junta el agua que ha corrido
Y cuando vuelve un ser que se ha querido,
el alma es una tumba con dos muertos.

Gonzalo Espinel Cedeño
guayaquileño; 1937-2019