Tal vez mañana soñaré despierto
en una esquina del edén perdido
con la frágil cabaña como nido
y el pequeño collado como huerto.
Tal vez mañana me verán cubierto
por esta tierra que me habrá vencido
con el puñal del incesante ruido
y la canícula feroz del puerto.
Amo el pálido Sol que se desgrana
con la fresca ventisca en la mañana
como un beso de paz sobre la vida.
Muy lejos de tumultos y oropeles,
donde un árbol me preste sus pinceles
y un poema, su luz estremecida.
Gonzalo Espinel Cedeño
guayaquileño; 1937-2019