Como una jaiba atrofiada

Como una jaiba atrofiada
mi hija renata compone sus versos
sobre murallas de sangre.
Segrega y cae
alza el vuelo y le agarra la tos en los silencios.
Se levanta maltrecha como una hostia chupada
o como un bicho sorprendido a manotazos
se acomoda el calzón
y vuelve a caminar porque le han dicho
que a la vuelta de la esquina vive la felicidad.

Ella no lo cree pero va
porque solo tiene tiempo para nada.
Escucha de costado a camarón de la isla
tocando su guitarra con calamaro
Y a bunbury cociéndose un poema a contralabio.

Se pasa haciendo milagros
Y pecando
Y chupándose los dedos de los pies
todo junto
hasta que se le caiga muerto el brazo.

Después —desnuda—
agita su vaso de dolor
Y lo derrama.
Mi niña es una bestia pura
…una fiera agazapada.

Fernando Artieda Miranda
guayaquileño; 1945 - 2010