Balsero

¡Sobre cuatro maderos que amarró con zapanes,
optimista el montuvio sigue el curso del río
conduciendo los frutos que con muchos afanes
cosechó en abundancia del pequeño plantío.

Obedece la balsa con sumisa presteza
al impulso preciso que su brazo le arranca
y el peligro que oculta la traidora revesa
es burlado a los golpes de la recia palanca.

Con mirada avizora que el peligro presiente,
pone en juego su esfuerzo que la lucha agiganta,
enfrentando sereno la corriente.

Y esbozando ese gesto de mortal desafío,
yergue el tronco desnudo que el sudor abrillanta,
como un dios victorioso sobre el dorso del río.

Jesús María Andrade Gutiérrez
¿manabita?