En las montañas de Pascuales
la primera vez.
Como los centuriones avanzando,
barriendo el pasto con sus lanzas brillantes.
No hay primera sin segunda
Y la otra fue un hotel donde aprendimos nuevas posiciones.
Los astros sobre el toldo,
las moscas imitándonos,
cubiertas de una pelusa fina resistente al calor y a la humedad.
A la tercera ya éramos expertos Observadores del mundo natural, propagadores de la especie.
Pero no hay próxima en que no venga el hijo,
testigo mudo de la relación,
prueba de la brutal resistencia.
Llevará nuestros nombres, fue dicho
Y así lo registró el cronista.
Jorge Velasco Mackenzie
guayaquileño; 1949-2021