XI

El punto endeble en que la saliva sabe a agua del grifo, donde la taquicardia retumba y los nervios hormiguean la sien.
Destruir una máscara partida y horarios imprecisos.
el terror ante revolcarse en el fango y quedarse respirándolo
como si eso fuera la felicidad eterna, un sueño hermoso.

Buscándote para la rendición; soy la fiera que combatiste y perdió.

Veo tu rostro entre el presente y pasado
entre un tumulto de fantasmas congelados,
dejo el luto regado en mi sombra como velo
estaré bien y te amaré
ya se acabo el tiempo para este abrazo
que sepas que fui feliz y tuve un corazón hermoso
tuve miedo de lo que pude hacer conmigo,
dañé todo, no pude contenerme,
intenté agarrarme de la cintura y pataleando
halé con fuerza y me zafé de mis propios brazos

corrí hasta el fondo para buscar una brizna que me excuse.

Ahí te dejé las ventanas eclesiales de colores rotas
el telón rasgado y la cama hecha hueco de mí
que fui feliz
y pido perdón gusanito destruido
ahora he emprendido un nuevo viaje de criatura ingobernable…
que me abraces.

Renata Artieda Centurión
guayaquileña