A la reina del cerro Santa Ana
Estrella, con tu fino salero
resaltas en tu belleza criolla,
¡relumbra grácil de tu esmero
la pureza que cual una joya
parpadea en gratos luceros!
¡Retumba a la ola de tu encanto
el fulgor bravío que esconde
bajo la profundidad de un canto
esa franca serenidad donde
late en secreto el albo manto
que vela tras tus ojos oscuros:
es tu inquieto corazón puro
que en darse a Guayaquil se ufana
y con benevolencia lozana
acepta que los dos sean uno!Jorge Luis Pérez
guayaquileño; 1987