Soneto para ser llorado

Casi una fría máscara de fuego
eternizándose en mi antigua proa.
Casi una verde y anchurosa boa
enroscada en el mástil de mi ruego.

Casi un arcángel del abismo ciego
despeñando las jarcias de mi loa.
Casi un mínimo trozo de cocoa
para el hambreado corazón que lego.

Casi una daga errante. Y una mina
de colmada miseria. Gris berlina.
Y sacrílego dios que me convierte

con su lívida flecha de gusanos
horadando la sombra de mis manos
fue el Amor para mí casi la muerte.

Ileana Espinel Cedeño
guayaquileña; 1931-2001