Tala

Cuando tú dices: «¡no!…» me pongo lívido.
Una duda me nubla. Un inquilino
no esperado me habita (el testigo
de la más grande pena: del olvido).

Cuando tú dices: «¡no!…» todo se empaña:
el alma de las cosas, el fantasma
de los perdidos pasos, la alharaca
de los niños jugando, y mi lámpara.

Cuando tu dices: «¡no!…» cómo naufraga
nuestro amor… tu palabra… ¡mi palabra!

Tomás Pantaleón
guayaquileño; 1920-1988